Psicopedagogía: miremos a la persona en las aulas

 Psicopedagogía: miremos a la persona en las aulas

En esta ocasión, la psicopedagoga Laura Collavini reflexiona sobre la importancia de la educación integral antes del retorno.

 Redacción

Diario Río negro

Columna psicopedagógica

Laura Collavini. Psicopedagoga

https://www.rionegro.com.ar/en-casa/psicopedagogia-miremos-a-la-persona-en-las-aulas-2175283/

FEBRERO 27, 2022 5:00 AM



Si bien la escuela cumple un rol fundamental en la educación, hay que tener en claro que esto comienza en casa.

Esperamos volver al ruedo, a las aulas, a ver si están hechas las tareas, a las corridas de los horarios para salir de casa, a encontrarse frente a frente con los compañeros. Sin burbujas. Todos en las aulas. Volvemos con barbijos. Con cientos de desafíos por delante. Volvemos. Con las amenazas de paros docentes y de escuelas cerradas por algún desperfecto. Atentos a que no se suspendan las clases por mal tiempo o por ausencia del docente. Volvemos.

Regresamos a pensar con ellos, no por ellos. A estar atentos a sus aprendizajes, no a hacer por ellos. A acompañar a hacer la mochila, no a acomodarla para hacer más rápido. Regresamos a este rol de padres que extrañamos tanto. A ordenar las cosas. Hay un docente que enseña y en la casa se educa.

Tenemos que ordenar horarios y tiempos de juego, ocio y actividades. Horarios de almuerzo y cena, lancheras y meriendas. La sensación es extraña. Atravesamos dos años muy complejos, difíciles momentos. Ahora es tiempo de comenzar un año lectivo desde marzo, con proyección a que podamos sostenerlo y observemos en qué situación estamos. No podemos perder más tiempo.

Los contenidos no se recuperan y los procesos de aprendizajes deben estar. Es un gran desafío. Para todos. Estudiantes, familia e instituciones. Seguimos estando en épocas complejas y confusas y seguiremos transitando este estado por algún tiempo.

No somos los mismos que en el 2019. Nos atravesó un cambio significativo. Si bien vamos modificándonos en forma permanente, los tiempos pandémicos afectaron de manera contundente. Los cambios pueden ser positivos o no, en mayor o en menor medida. Cada ser podrá observarlo, y lo propio con cada familia. ¿Cómo hacer para acompañar a los chicos en estos procesos? Uno de mis fantasmas giran en torno de la despersonalización educativa general. ¿A qué me refiero?

Nos manejamos actualmente con varias presiones. La necesidad que se retomen las actividades convencionales y, por consecuencia, se retome la organización familiar. La preocupación del rendimiento académico, la inserción social, etcétera, etcétera. ¿Y la persona?

Podrán decirme, “cuando me preocupo por todo eso, ¿No me preocupo por la persona? La respuesta es: no siempre. Como colegios, como familias podemos caer fácilmente en el error de pasar por alto a la persona que está yendo al colegio, al protagonista. Nos quedamos enganchados en la planificación, en los deberes para hacer, en el horario. En lo que el docente dijo y no se entendió. Pasamos por alto al protagonista.

¿Cuándo despersonalizamos? Cuando se arma la mochila por ellos, cuando se completa el cuaderno para que no digan nada y la pasen mal, cuando sacamos la punta del lápiz por ellos en cuarto grado. ¿Por qué incluí en esta definición inventada por mí de “despersonalización educativa”, la palabra “general”? Porque considero que no le corresponde la educación sólo al colegio. Somos todos los que la integramos.

Frase trillada: la educación comienza en casa. Al colegio ingresa esa persona protagonista de su vida que cuenta con herramientas para superar obstáculos que se los brinda su hogar. En el colegio suma experiencias, refuerza hábitos, modalidades. Pero se educa en casa.

¿Cómo podemos pedirle a un ser humano que se organice en un cuaderno pequeño si lo bañamos y lo vestimos? ¿Cómo podrá quedarse solo en el colegio si duerme entre los padres todos los días y no le brindamos seguridad en quedarse solo?

El proceso de crecimiento es un camino donde debemos ir soltando desde que nacen, haciendo la diferencia en cada instante entre guiar y acompañar. A veces es necesaria una y a veces otra. Dejar que resuelvan, aunque supongamos que pueden equivocarse.

Solemos sentir que sabemos todo. Lo cierto es que, aunque ya hayamos transitado nuestra propia infancia y la adolescencia, nuestros hijos no son iguales a nosotros, ni son iguales entre los hermanos, ni las circunstancias ni las herramientas.

Respetar y mirarlos diferentes es un difícil y gran desafío. Buen comienzo familias y defendamos la educación argentina, involucrándonos.

Por Laura Collavini (lauracollavini@hotmail.com).-

Comentarios

Entradas populares de este blog

No sé qué siento

Consumos adolescentes

Evaluar