Volver a la escuela: síndrome de abstinencia

  Volver a la escuela: síndrome de abstinencia

A partir del informe de Unicef que subraya la importancia de regresar a la educación presencial, la psicopedagoga cipoleña Laura Collavini analiza las consecuencias emocionales y actitudinales que ha tenido en niños y adolescentes.


ENERO 24, 2021 7:14 AM

Redacción

Diario Río negro

Columna psicopedagógica

Laura Collavini. Psicopedagoga

https://www.rionegro.com.ar/volver-a-la-escuela-sindrome-de-abstinencia-1663509/

lauracollavini@hotmail.com


“A medida que avanza el segundo año de la pandemia por COVID-19, es fundamental priorizar los esfuerzos para regresar a la educación presencial en las mejores condiciones posibles de seguridad en todas las escuelas del país”. Estas palabras forman parte de un informe de Unicef en relación a las clases y los niñ@s y continúa: “En caso de necesidad de confinamiento, UNICEF recomienda que las escuelas sean lo último en cerrar y lo primero en abrir cuando las autoridades comiencen a suprimir las restricciones.”



Está todo abierto ya, con protocolo y sin él. No debe suceder que los colegios no abran. No solo lo enunciamos, denunciamos y nos horrorizamos los profesionales de la salud mental ante esta situación, sino también somos los padres, los que estamos cercanos a los niños y adolescentes. Todos quienes observamos esta feroz traición y tragedia perpetrada hacia la niñez y adolescencia. Fue un ataque hacia la integridad de la persona. Hacia el centro de su autoestima, hacia su lugar de referencia. El colegio. La escuela. Un año sin escolaridad fue un ataque y las consecuencias las veremos en el transcurso del año y nuestros esfuerzos como adultos será acompañar a mitigar las secuelas.

Si algo pudimos visualizar claramente en este tiempo de confinamiento es el rol de la escuela. Es el lugar de socialización por excelencia. También de consolidación de valores que comienzan en los hogares y el sitio donde el aprendizaje se desenvuelve a través de conocimiento, preguntas, compartir experiencias, saber, no saber, entender todo, nada, un poquito. Prestar atención a veces, siempre. Elaborar ideas, pensamientos. Frustrarse, hacer de nuevo.

Conocer los alcances de los trastornos que pueden haber surgido por la falta de escolaridad en pandemia en relación a la conducta escolar de los niños y adolescentes es aun temprano. Seguramente podremos ir evaluándolo cuando puedan regresar a las clases presenciales. Cuando el momento de ingresar a las aulas sea posible. Tiempos de verse más altos, más grandes, tal vez con otros gustos e intereses.

Imagino ese momento y algo que seguramente será necesario es ajustar las medidas de prevención y hacer hincapié en los aspectos sociales. No será posible decirles buenos días, presentación de cada uno, del de los objetivos del año y adelante con contenidos…El desafío y la atención estarán en primer lugar en las burbujas, distanciamiento, necesidad de convocar a la presencialidad no solo física, sino también emocional e intelectual.

Sabemos que el año no fue gratuito para nadie. En los chic@s hasta al momento podemos observar actitudes y ciertas conductas que merecen ser observadas:

Abstinencia social: a un sector de niñ@s y adolescentes les costó y hacen mucho trabajo por salir del confinamiento. Comenzó a observarse temor a compartir espacios. Desconocimiento al retomar diálogos. Temor a volver a tomar contactos con conocidos.

Desfasaje de aprendizajes: los niños que pudieron acceder a clases virtuales están en posibles mejores condiciones de quienes no pudieron hacerlo. Por otra parte, l@s chic@s que pudieron tener un acompañamiento de un adulto serán diferentes a quienes no accedieron al mismo. En general los chic@s sienten que, aunque hayan tenido acceso a las clases no lograron aprender igual que en clases. Esto deja en evidencia la importancia de la socialización en los procesos de la vida, no solo del aprendizaje.

Unicef: “…Algunos datos ponen de manifiesto cómo las desigualdades preexistentes se agudizan en este contexto. El 18% de las y los adolescentes entre 13 y 17 años no cuenta con Internet en el hogar y el 37% no dispone de dispositivos electrónicos para realizar las tareas escolares –computadoras, notebooks o tabletas– valor que aumenta al 44% entre quienes asisten a escuelas estatales. La encuesta permite advertir que aquellos que no cuentan con estos recursos enfrentan dificultades adicionales para la realización de determinadas tareas escolares, para sostener el contacto con las y los docentes, así como también para poder recibir de éstos correcciones sobre sus trabajos.

Inapetencia emocional: ante la imposibilidad de no poder juntarse con amigos y conocidos se observa una predisposición en los chic@s con aspectos de introversión a quedarse en sus hogares. Se observa también en adultos. Aunque se ofrezcan medidas de distanciamiento y no estén en edad de riesgo ni padezcan enfermedades, se observa cierto temor al contacto y socialización. Sabemos que hay depresión en niñ@s y adolescentes y la apertura de las aulas ayudará a docentes a realizar las consultas y derivaciones correspondientes en caso que no haya sido detectado en los hogares.

El informe de Unicef señala: “Un tema importante para considerar en contextos de emergencia es el impacto que esta situación tienen en la situación emocional de los adolescentes. En cuanto al estado de ánimo de los y las adolescentes, los resultados de la Encuesta Rápida muestran que algo más de un tercio de los entrevistados manifiesta algún sentimiento negativo frente a la incertidumbre que genera la evolución de la pandemia y las medidas de aislamiento social, ya sea porque se sienten asustados/as, angustiados/as o deprimidos/as y un 13% señala que le resulta indiferente – hecho también preocupante.”


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