Nosotros y las malas noticias

 Nosotros y las malas noticias

La psicopedagoga Laura Collavini propone mirar el otro lado, abandonar la queja y transformar la crisis en oportunidad.


Diario Río negro

Columna psicopedagógica

Laura Collavini. Psicopedagoga

JULIO 17, 2022 5:00 AM

https://www.rionegro.com.ar/en-casa/nosotros-y-las-malas-noticias-2399880/




Quejarse lleva mucho tiempo, energía y nos deja la sensación de malestar. 

Pasan por mi mente muchos temas que quisiera compartir con ustedes, queridos lectores. Sin embargo, hay uno que me da vueltas por la cabeza hace mucho tiempo y lo voy tomando de costado. Por diversos motivos considero que ahora es una oportunidad para hacerlo.

Las malas noticias nos llegan de todos lados. No hacemos más que conectarnos de alguna manera al exterior y nos llueven las terribles instancias que suceden acá o en cualquier parte del mundo. Radio, redes, televisión, diario. “Viste lo que pasó en…”, y la sensación de temor comienza a extenderse.

Reconozco que tengo una alta sensibilidad a todo lo que sucede. Un nivel alto de empatía. Por ese motivo me he vuelto casi una experta en tamizar noticias, mirar contextos, apagar o cerrar espacios que no me alimentan.

¿Niego la realidad? No. Siempre me gusta mirar la otra cara de la moneda. Porque siempre tiene dos caras. Las buenas noticias no tienen buena prensa. Posiblemente porque no son tan consumidas como las negativas. Evidentemente entonces el ser humanos se inclina, por lo menos hasta el momento, hacia aquello que le produce algún estado de conciencia específico. Los asesinatos, robos, estafas, accidentes deben producir ciertas sustancias adictivas.

Pero en esta realidad solemos no mirar lo intensamente bello que ocurre. Por ejemplo. Siempre se habla de lo terrible de los adolescentes, que no les importa nada, que no tienen valores. Yo no lo veo así. Conozco muchos chicos que son bellísimos. Que se preguntan sobre ellos, su familia, su presente, su futuro. Se cuestionan diferente a nosotros o a nuestros padres. Que no piensen igual que nosotros no implica que no tienen valores.

“Las familias están destruidas” dicen. Perdón. Tampoco lo veo. Por supuesto registro que hay modalidades diferentes a décadas anteriores. Si estas mismas columnas las hubiera escrito hace veinte años a nadie le hubiese interesado. Hoy estamos más presentes en el desarrollo emocional de nosotros mismos y nuestros hijos. Hace décadas nadie se cuestionaba tirar algo en la calle. Hoy es un delito.

Sale el sol todos los días y parece que no es noticia interesante. Si hay mucha nieve se hace hincapié en las complicaciones, pero las notas con la felicidad de quienes la disfrutan y la esperanza de los ríos con agua, se pone en un subtitulo.

En algunos grupos de personas es muy marcado. Se sientan para hablar de enfermedades, complicaciones y malestares. No sé a ustedes qué les sucederá con esas instancias. En lo personal me acostumbré a irme o bien a hacer un repaso mental de todas lo bello que me sucede, que alimento y construyo.

Una mirada positiva no es una negación de la realidad, sino observar la cara de la moneda que deseamos. Transformar lo malo en bueno, una crisis en oportunidad es bellísimo.

Quejarse lleva mucho tiempo, energía y nos deja la sensación de malestar. La invitación como ejercicio concreto es callarla. Escuchar y no decirla. Modificar la queja en algo diferente. Utilizar las neuronas en encontrar cómo salir de la queja.

¿Qué dicen? ¿Que mucha gente se queja porque es un modo de conseguir algo? Es cierto. Estoy de acuerdo. La elección de cómo vivir es personal. No tiene que ver con la posibilidad económica ni social. Es una actitud.

Un ejercicio concreto que suelo realizar con adultos y niños es el siguiente. Luego de escuchar quejas les consulto: “¿Cómo te gustaría estar?” “¿Cómo te gustaría imaginar tu vida?” En general me pasa que siento que les hago la pregunta más difícil que hayan escuchado.

Salir de la queja implica suponer otra realidad. Mirarse siendo protagonistas de su propia vida. Parece que no es tan fácil. Es un trabajo. Claro está. Mirarse, saber qué se desea, armar pasos para conseguirlo. Un proceso que implica salir del lugar de confort que supone dejar que otro decida por uno mismo.

Contagiar de buenas noticias es una opción que también contagia y puede transformarse en un hábito y en una cultura. Las palabras llevan energía y transforma realidades.

La pregunta que les dejo es la siguiente: ¿Qué realidad quieren alimentar? Esa es la que sucederá. Sin dudas.

Elijo tener un día maravilloso, repleto de hermosos momentos, con hermosas noticias. Reír y disfrutar el clima que hoy me envuelve.

Por Laura Collavini (lauracollavini@hotmail.com).-

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