El ejercicio del placar

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POR LAURA COLLAVINI


21/01/2024 01:11

En mi libro “Mi Ambiente y yo”, menciono el ejercicio del placar.  

En él no hablo del agua y de la contaminación del aire, sino de cada uno de nosotros como ambiente.  



Yo soy ambiente, vos sos ambiente, nosotros, ustedes y ellos son ambiente. Somos naturaleza. Somos afectados por aquello que sucede a nuestro alrededor, al mismo tiempo que afectamos a otros. Desconocemos el impacto positivo o negativo de nuestras acciones. Sean gestos, palabras o silencios. Puede llegar a lugares impensados, al igual que la brisa de verano o un ventarrón.  

Como somos naturaleza, tenemos ciclos. Solemos no registrarlos o los negamos.  

Los ciclos de los árboles, por ejemplo, muestran claramente este movimiento. Pierden sus hojas en otoño e invierno, se protegen y alimentan con la tierra y muestran sus frutos y fuerza en primavera y verano.  

No están todo el tiempo alardeando de sus bellezas ni dan frutos constantemente. La espera es fundamental.  

Siendo naturaleza confieso que me cuesta respetar esos tiempos. Mi humanidad ansiosa me pide más y más. Pero un día llego al placar.  

Ustedes dirán… ¿Cómo salta del árbol al placar? Sonriendo les digo…Déjenme que les explique.  

Encontré que ordenar el placar es un ejercicio donde puedo encontrarme con mi naturaleza, o por lo menos, con ciertos ritmos de ella.  

Cuando comienzo es seguramente por una necesidad. Cambio de estación, viaje o muchos días de trabajo intenso que dejó mi ropa, desordenada. Esa es mi primera señal. ¿cómo está mi placar? Si está desordenado, probablemente, yo también.  

En los cambios de temporada voy mirando las prendas. Las que me siguen gustando, aquellas que necesitan reparación, las que quiero, pero ya no uso y no se me ocurre deshacerme y aquellas que quisiera deshacerme, pero no puedo. Algo me lo impide. Las que quiero regalar a alguien especial, las heredadas, etcétera.  

Este ejercicio interno me transporta a mis vínculos. ¿qué relación estoy teniendo con cada uno de ellos?  

Los vínculos son nuestra familia y cada uno de sus integrantes, los amigos, vecinos, conocidos, nuestra pareja y nuestro trabajo. También lo son nuestras mascotas y todo aquello con lo cual intercambiamos una situación.  

En el libro también comparto algunas preguntas: ¿elijo cada vínculo? ¿Por qué lo sostengo? ¿Acepto y observo que hay modificaciones? ¿Quisiera dejarlo? ¿Cómo podría mejorarlo? ¿Tendría que revisarlo? Tantas preguntas acerca de cada vínculo podemos hacernos… 

Si nos animamos a preguntarnos y dar espacio interno, natural, para que surja desde el alma la respuesta y podemos parar las antenas para escucharnos, estaremos más cerca de la salud mental.  

Hacernos cargo que elegimos diversos tipos de vínculos o que lo sostenemos en una modalidad de relación es sentirnos protagonistas de nuestras vidas.  

Decir: “qué querés que haga si…no quiere o no me deja” es probablemente quedarnos en una posición de víctima o infantil.  

Ser adulto implica, entre otras cosas, ordenar solito el placar.   

Como decimos desde la fundación: “TODOS SOMOS AMBIENTE” CUIDEMOSNOS.  


Licenciada Laura Collavini 


Psicopedagoga. Presidente fundación Siendo.  


laucollavini@gmail.com 

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